Wednesday, November 29, 2006

ESTEBAN

Esteban recogió la piedrita roja del suelo, lucía húmeda, pegajosa.
Quitándole la tierra -pensó- luciría mejor, quizás hasta buen sabor conservaba.
Guardando la piedrita en el bolsillo del pantalón, regresó a casa (si es que a vivir con su madre se le podía llamar así).
Su madre lo recibío con ronquidos que desde las 2 de la mañana había comenzado a proferir, mezcla de pulque y besos robados que de sus amantes obtenía, besos completados con tostones y uno que otro peso, mismos que Paz, la madre de Esteban, le otorgaba después de levantarlo "a punta de leperadas" a las cuatro de la mañana, en ocasiones desde las tres, para formar fila afuera del molino de nixtamal, para la masa y para el chesco "titán" buenazo para la cruda. Al regresar, Esteban dejó la masa y el casco del refresco vacío (pues a las cinco de la mañana en Atzcapotzaltongo aún no abre ninguna tienda), sobre la mesa, para dejarse caer en su colchón, mismo que obtuvo de segunda mano de Don Luis, en seguida se da cuenta de dos cosas: la primera, que su hermano pepe, el menor ya ocupó su lugar, pues Doña Paz tiene la cama ocupada por el cuerpo de un "novio" a lado del suyo. y la segunda, pepe se orinó, pues con un año de vida es muy difícil que un niño deje esas costumbres.
Esteban decide entonces salir a la terminal para comenzar tempranito a barrer camiones, pero antes que su madre despierte por que pepe pide inútilmente su biberón, antes de que ese hombre extraño comienze sus arrumacos a doña Paz, antes de que esta se de cuenta que no hay "titán" para la cruda, Esteban recuerda su tesoro, saca la piedrita roja, la introduce en su boca para probar la consistencia y sabe de que se trata. Es un dulce, que delicia! -piensa- Así que a esto saben, pensó...
Ojalá la gente tirara dulces más seguido. Antes de partir a la chamba, Esteban le pidió a Dios que alguna persona al verlo, le regalara un dulce o al menos que le hartara el sabor y que lo escupiera, al mismo tiempo que agradeció, a quien escupió el dulce que el encontró. Su piedra, su primer tesoro.

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